jueves, 29 de mayo de 2014

Te Hallé en mis Pensamientos




Estaba la Mar solitaria.
Sin veleros, ni barcos en la línea divisoria del horizonte,
aquella que separa la tierra del cielo.
Faro sosegado en la tarde dónde mis sueños se perdían.
Sin querer abandonarme, el sol calentaba mi cuerpo.
Entramados  eran mis pensamientos
sin llevarme a ninguna parte, a ningún lugar.
Mi alma de agua, seducida siempre por las mareas.
Aguardando en calma desde la arena, expectante.
El fuerte rugido del oleaje
despertaba mis tribulaciones ,preciado momento
que me llevaba a pensarte.
Y te hallé.



 


domingo, 25 de mayo de 2014

Mi Bailaor




A Adrián Brenes Ureba
Me mostrarte  tu flamenco divino.
Tu alma entre mar de caracola.
Tu cuerpo de duende vigoroso.
Fuerza e intensidad es tu baile extasiado,
al compás del cante de una seguidilla trágica y gitana.
En tus ojos negros tu esencia genuina y humana.
Tus pies moviéndose , soñando por bulerías.
Tus brazos alzándose, volando por alegrías,
van  besando tu poesía flamenca.
Imagino  que tus deseos,son otros deseos.
Pienso que  tus pasiones,son otras pasiones.
Mientras suenan los cantes de ida y vuelta,
sonidos de embrujo llegados del puerto
como ola herida de los corazones. 
Quedo muda,  sin pronunciar palabra alguna.
Escuchado los pasos zapateados de tus botas
brillan  en la noche, a cielo abierto la luz de tus estrellas.
Solo puedo sentirte inmenso, lanzándote de lleno,
brotando tu fuego salvaje desde tus entrañas.
Cuando bailas ya todo es flamenco.
Cuando bailas se pierde  espacio y tiempo.
Cuando bailastodo lo que llevas dentro lo entregas.
Ahora amo tu talento, amándolo, tanto como  tú lo amas.

 


 

jueves, 22 de mayo de 2014

El Trigal





En la telaraña de mis pensamientos, viaja  aquel trigal, bajo la luz tenue del ocaso, en el crepúsculo de un pasado sin retorno.
Aquel extensísimo  plantío de trigo no se ha difuminado ni un ápice en mi memoria, a pesar de las décadas acontecidas.
Las espigas luminosas,  tan erguidas, contemplando un despejado firmamento, mientras  mi mirada se desvanecía en la lontananza.
Desde un latente desasosiego, en aquel caluroso  agosto, observaba  los campos amarillos  dispuestos para la siega.
El paisaje me trasminaba  los aromas de tu piel curtida.
Tu rostro tostado al sol,  tus rudas manos, tu torso musculado.
Te visualizaba  con  una fuerza arrolladora, realizando tus arduas tareas, mientras el sudor de tu frente resbalaba por tus mejillas.
Sin olvidar como sembrabas la tierra madre o te afanabas en recoger la cosecha, para después almacenar el trigo.
Todas tus esencias dentro de mí, atrapando mis sentidos.
Allí estaba el pequeño granero de la vieja granja junto a la carretera, paraíso encontrado donde se alimentaban  nuestras pasiones.
Durante años fue el  refugio para cobijar nuestro sexo prohibido.
Entre los sacos de arpillera rebosantes, algunos colocados, otros desparramados; se rozaban nuestros cuerpos desnudos, testigos silenciosos de nuestro carnal deseo: loca juventud que nada teme y todo puede.
He retornado a  aquellos campos fértiles, en el anhelo de poseerte de nuevo y  deseándote en mi fecundidad, incontables veces, mi ser en la quimera de reencontrarte, sin lograrlo, con una locura desmedida.
Esta tarde de finales de primavera, cuando tirito en el tedio de mis días, por las ventanas entreabiertas se deslizan, sinuosas, unas gotas de fina lluvia, el olor de su frescura provocan mi melancolía.
Instintivamente he abierto el cajón de mi cómoda y desvencijando mis recuerdos  he tomado con mis manos la cajita de madera, en ella, depositados  con mimo , guardé algunos granos de trigo.
Aquellos que mi imaginación rememora jugando entre tus dedos, entre mis senos, descendiendo por mis caderas, detenidos en mi pubis,perdiéndose inexorablemente.
Es mi tesoro escondido, el único vestigio de aquel tiempo, el trazo de tu huella imperecedera que aún hoy habita en mí.







miércoles, 21 de mayo de 2014

La Partida Decisiva



Era un sábado de primerizo invierno al anochecer, fina lluvia repiqueteando en los tejados ,Morgan salía de su casa con gabardina  gris y sombrero negro, con talante afligido , ademán cabizbajo. Caminaba enérgicamente sin detenerse en ningún momento, en ningún lugar.
Como era habitual cada fin de semana al filo de la medianoche descendía la avenida Trastamara, veloz como ráfaga furiosa de viento, vertiginoso como pretendiendo que nadie pudiera alcanzarlo. Sin querer ser visto.
Se dirigía al Bourbon , a simple vista un modesto bar de copas, que pasaba desapercibido ,clientela de lo más corriente, sin embargo  su sótano  se transformaba en un ambientado local , en el que se organizaban buenas partidas de póquer. Las apuestas eran elevadas, los clientes distinguidos ,muchos de ellos con cierto reconocimiento en el mundillo del juego, en el deambular de la noche.
Morgan tenía el presentimiento que aquella velada sería única , debía serlo pensaba en buenas manos de cartas ,en su mente calculaba meticulosamente como lograr dar un giro a su maltrecha economía. Soportaba desde hacia varios meses una mala racha, las deudas  le asfixiaban, incluso había recibido la visita inesperada e incómoda , de los acreedores que nunca olvidan , nunca  perdonan, siempre acechan.
Entró decidido en el garito, inclinando la cabeza ligeramente en forma de saludo hacia el dueño y  a los contados presentes  , se encaminó escaleras abajo, detrás del almacén adivinó la puerta ,apenas había luz, con sus nudillos emitió los cuatro golpes seguidos, pausados, después dos más rápidos, una forma singular de contraseña.
Al minuto ya estaba dentro, humo de cigarrillos ,alboroto al final de la barra, en el pequeño centro de la sala se encontraba la mesa redonda, sentados a ella cuatro personas. Dos sillas vacías aún , intuyendo que una era la suya,  pensando para quien sería la restante , una partida de cartas de seis jugadores, no le pareció mal.
Ocupó su sitio, solicitó al impecable camarero un whisky solo con mucho hielo, empezó a entablar una conversación trivial con sus adversarios. Era un jugador profesional, en realidad   no recordaba ningún otro oficio de los llamados respetables, que hubiese ejercido con anterioridad.
Sin embargo, eran  otros tiempos cuando sus escaleras de color asombraban a todos, cuando deslumbraba  con sus jugadas estelares, o con sus magistrales póquer o con  sus sonados full.Con los años había decaído su maestría, la capacidad de sus apuestas, por consiguiente las cantidades escandalosas de sus ganancias, se habían esfumado, inexorablemente.
Asumía las reglas del juego, unas veces en la bonanza, otras en la precariedad, perdiendo casi siempre más de lo que se posee, ambicionando más de lo que se puede. Morgan entendía a la perfección aquellos altibajos caprichosos de la diosa fortuna con sus rotundas consecuencias .
De pronto, por fin hacía su entrada el último jugador, una mujer. Una mujer en una partida  de cartas, se preguntó automáticamente , mientras  sus ojos no la podían perder de vista . Impresionante belleza,  esbelta , sofisticada, endiabladamente  hermosa, todos se quedaron ensimismados contemplándola, levantándose cortésmente ,esbozando  amplias sonrisas.
Sin lugar a dudas aquella noche prometía, aquella partida  sería decisiva en la jugada de su vida, ella se acercó con elegancia seductora hacia él, saludándolo efusivamente, expresaba su alegría de volverlo a encontrar, parecía conocerlo.
Sin embargo para  Morgan era una perfecta desconocida, se afanó en hacer memoria, un  esfuerzo descomedido en tal tesitura, la observaba, no estaba seguro , la volvía a mirar, no la reconocía en absoluto.
Ya las cartas estaban sobre la mesa , ya la partida  comenzaba.

martes, 13 de mayo de 2014

Quietud




Inmóvil, a tu silla atado,
en la arena de la intranquilidad.
Girabas tu cabeza
de derecha a izquierda,
de izquierda a derecha.
Era cada pierna yerma,
sentencia  calculada.
Lastre en actitudes quietas,
en compostura comedida.
Tu mirada cautiva, atenta
a la lontananza de los mares salados.
Apenas  se mutaba tu eterna quietud.
Apenas un vaivén en tu semblante.
Apenas una sinrazón de un segundo.
Deseabas acercar tus pasos a la orilla,
recordabas  tus pies en agua bañada,
añorabas los vientos en alguna mejilla.
Súbitamente, imaginé tu andar.
Te alzaste.. , tu vida ya caminaba.