Hay un lugar llamado
Montecarmelo, en la zona norte de Madrid, zona residencial de clase media con
más que posibles , atravieso las amplias avenidas contemplando áticos de
ensueño, terrazas repletas de vegetación con vistas memorables de la ciudad.
Pero mis recuerdos me hablan de otro
paisaje, años atrás, allí mismo se extendían viñedos, terrenos de olivos, campos
de cultivo, naturaleza perdida en desarrollo a la modernidad.
En ese lugar hubo un tiempo que mi abuelo tuvo
un huerto, su perro guardián se llamaba Lunares ,recolectábamos las frutas, las
verduras, comíamos bajo las frondosas parras ,durmiendo la siesta estival, al
murmullo de la acequia que distribuía el agua limpia y necesaria para el regadío.
Cuando me aproximo a este paraje, hoy urbano,
pienso en él, saboreo su memoria , mis sentidos se despiertan con imágenes de
otra vida ya vivida, mirando atrás, siento que pertenezco a este remanso de la
nostalgia.
Creo adivinar la silueta de mi abuelo ,
escucho el ladrido de Lunares, esperan mi regreso, entre las higueras en el
ocaso de la tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario