viernes, 28 de febrero de 2014

Añoranza




Me pregunto si echar de menos es debido a una prueba de afecto que se adivina distante, o tan sólo es una muestra egoísta de nuestro propio yo solitario, que en determinados momentos necesita compañía.

Existen esos trazos de melancolía honestos producidos por un recuerdo, por la lejanía de esa fragancia que nos es tan entrañable, de un alguien que seguramente amamos con sinceridad. Pero también convergen otros que conscientes de que son falsos, los buscamos y los percibimos en la añoranza aún sabiendo que pudiera tratarse de una quimera. A saber......

Así pues, precisamos cerca, a aquel que cuando está ignoramos y soñamos con el que indiscutiblemente está remoto, o incluso con aquel que no es real, no existe.

Lo cierto es que en nosotros se produce una sensación peculiar, experimentamos una angustia en nuestro ser aún más honda ,conocedores por nuestra inteligencia, de lo imposible en ese instante concreto de tener esa presencia. Creemos enloquecer cuando el sentimiento es intenso, sin embargo podría llegarse a la conclusión de que se trata de una mera insatisfacción personal.

De cualquier forma, es una actitud suficientemente humana como para no juzgarnos culpables, estúpidos o sencillamente no queridos. Mucho se dice a favor de esa sensibilidad que se permite el querer sin la importancia a qué , a quién, o a la manera.

Evidentemente, ese sabor a ausencia escapa a la lógica, tiene íntimo vínculo con el sentir, con el impulso, con el corazón, o tal vez sin más, con nuestra inequívoca condición de ser personas.

Entristecidos o alentados en las pérdidas de rostros, nombres, cuerpos, almas, objetos, estancias o tiempos, transcurrirán nuestras vidas .Al final de las mismas, nos daremos cuenta que gran parte de esas inquietudes, habrán sido en su justa proporción, ese ineludible temor de tener en falta, de sentir en falta……….............. ¡qué importa !,al recordar ya habremos olvidado.

En el Equívoco




Si pensamos que a cierta edad adulta, se disipan nuestros miedos y se ignoran nuestras vacilaciones, nada menos cercano a la realidad.
Siempre desde la humildad, habremos de darnos cuenta ,  que el aprendizaje a lo largo de nuestra existencia es constante, que no poseemos la verdad absoluta sobre ninguna cuestión que se nos presente. Que tan humano e irremediable es dudar, como equivocarse, aunque nos parezca confuso e imperdonable, aunque nos desenfoque el encuadre ya premeditado.

Algunos piensan que los peregrinajes están recorridos, que conocen todos los itinerarios alternativos, pero un buen día ante decisiones cruciales, descubren que han extraviado el norte.
¿Quién no pierde el derrotero en algún momento de su existir?

No todos ven su conciencia, continúan caminando aturdidamente, despistándose ellos mismos, turbando al resto que los contempla.
Otros rectifican y asumen , repasan los cimientos, reparan el tejado ,prosiguen construyendo sus moradas que habrán de ser firmes, al término.

Quien torpemente se cree invencible y todopoderoso, se engaña, le aprisiona la soberbia .Y una mañana al despertar sin más, descubre que no atina ni a apagar el despertador, entre el sueño poco reparador que lo alienta o el peso de la vida en si mismo que lo abruma.

Entonces libremente, observemos nuestro interior, escuchemos nuestro corazón, relajemos nuestra cabeza, tolerándonos a nosotros mismos que nos equivocamos, tolerando al resto que también se equivoca. No nos olvidemos, que en algún  momento puntual de la travesía,  todos seremos iguales ríos que confluiremos en el mismo mar.

domingo, 23 de febrero de 2014

Al Tiempo de la Madurez





Divagaba por callejuelas o atajos,
como saltando de acertijos a enigmas.
Borracha de la luna.
Anhelaba caricias con remitente,
vivía aventuras, moría desesperanzas.
Sorprendida por el tiempo, por sus pasos.
Al transcurrir de los años.
Inalterable su guiño de mujer,
impávido su dolido corazón.
Como mariposa extraviada,
prendida en telas frágiles,
por la araña impetuosa de la vida.
Al  abrigo de vaivenes inesperados.

Soñaba como ninfa en encantado bosque,
divina en su feminidad.
Esperando que de su costado herido,
brotasen  nuevas  alas poderosas,
que la condujesen a territorios vírgenes.
Al sosiego de momentos denodados.
Sus recuerdos en veleros náufragos,
al olvido las lágrimas que  fueron mar.
Desterrados los retazos de un pasado,
bañándose en olas de  sonrisas.
Al cobijo de la madurez alcanzada.
En su paladar fruto de almíbar, frutos amados.
Al transcurrir de los años.

Sorprendida. Divina.
Al tiempo de la madurez.




miércoles, 19 de febrero de 2014

Susurros del Olvido




Aquella  tarde fría de invierno, reposaba en el butacón de piel marrón del final de la estancia, sus tediosos días transcurrían en ese mismo sitio, con su mirada perdida en la lejanía y sus manos entrelazadas, ajeno a lo que a su alrededor acontecía.
Su ancianidad era ya irremediablemente palpable, muy atrás en el tiempo quedaban las jornadas en las que jovialmente bailaba, o impartía clases en su estudio de danza. Su vida habían sido sus pasos de bailarín  acompasados , amados, recorriendo escenarios,  inculcando sus enseñanzas, a tantos alumnos destacados y a otros no tan brillantes.
Con pasión desmedida, se entregó a su talento en detrimento de otras facetas existenciales, pero en el recuento de sus logros , le había merecido la pena.
No hubiera podido dedicarse a otros respetables oficios, ni encaminarse en otros menesteres, quizás más perdurables.
Ya en su niñez, a escondidas , sus piernas en movimiento, armonizando su cuerpo al sentimiento de la música , sus brazos  atrapando la esencia de su arte. Incomprendido por su padre que hubiese querido , perpetuar con  su hijo, el quehacer de la empresa familiar.
En la rebeldía que la juventud imprime , con la fuerza que esta atribuye a las decisiones , diseñó el perfil de su propio yo ,nunca más lo abandonaría.
Todos sus recuerdos diluidos , o sus imágenes borrosas ahora, son las de aquel niño, joven, adulto, bailando , bailando sin cesar.
En noches de tormenta primaveral, en días soleados otoñales, en gélidos inviernos o en calurosos veranos, en todo momento, en toda época. En distintas salas, en incontables lugares.

Sin embargo  a sus años , la memoria se empeñaba en jugarle malas pasadas, no acertando  a discernir con claridad, como si un tupido velo nebuloso le hiciera  caer en el olvido.
Así en la soledad de su retiro, a duras penas, a tientas  imaginaba el que había sido su bailoteo, sueño  difuso. Como un vago recuerdo, como una neblina confusa, como una bruma espesa, como un espejismo dudoso de alguien bailando en la niebla.

martes, 18 de febrero de 2014

Derrotar al Recelo


 


Tercamente expandía sus brazos,
afanándose en liberar sus manos.
Con el deseo de saber su nueva perspectiva
retomando el seducir añejo de su  mirada ingenua.

Navegar, a sueños postergados.
Naufragar,  de fracasos estrepitosos.
Palpitaban las vivezas  escondidas.
Encontraba sus perdidas esencias.

Aún tropezaba torpemente, niña desvalida.
Sucumbiendo, en  miedos fatuos,
escuchándose en inseguridades ajenas.

Visualizaba senderos, imaginaba vallados.
Puertas abriéndose, de para en par, cerraduras al olvido.
Capaz de doblegar ventanas , sin fieros barrotes quietos.

A sinrazón mermada, su elocuente inteligencia.
En sigilos, su venturoso desvelo.
En rebeldías sus impulsos sin freno,
la locura desatada de sus motivos.
Su entendimiento, sin brumas, sin límites difusos.

Asida a un grito profundo, desde sus entrañas.
Despertaba a la vida,
descartaba preguntas.
Huida  de quimeras, en plácida morada,
en el sentido de  su propia existencia.

Tomados los designios de franqueza,
abrazaba las alas de esperanza.
Sin atisbos al pasado ya vivido,
viviendo el presente sin la  duda.
La valentía  de una mujer, al respeto recuperado.
Atrapando su confianza, derrotando  al recelo.



jueves, 13 de febrero de 2014

Amor Robado





En la oscuridad callada
percibía los murmullos de su mudez.
Al aire, sus perfumes, atrapaba.
Sabía de su  tiempo prestado.
Por no odiarlo, en su carencia
cada instante perfecto le sugería.
Susúrrame amor, aunque sea incierto.

Indeciso, me refería sus palabras.
A la jactancia caprichosa, terminaban disipadas.
Su cuerpo postergado con audacia,
receloso de mis atisbos.

Indescriptible, perseverante en mi empeño,
para que tu huida, no me aflija ahora.
Susúrrame amor, aunque sea vano.

En mi regazo, reposaban sus huellas.
Ambicionaba, desvanecerme a su arrullo.
Se acunaba perdurable, mi sueño.
Todo su ser, era mi avidez.

Sin poseerlo, no me pertenecía,
en deriva, en encuentros furtivos, suplicaba.
Susúrrame amor, aunque sea perdido.

Mi cuita amarga, ladrona de sus lejanías,
sin freno, se tornará  mi vehemencia.
A la espera tormentosa , mi delirio,
en quebranto mi mundo, férreamis semblanzas.

No hallaré zozobra ,  conocedora sabia de la fortuna.
Ni tropezaré renuncia , que me impida pronunciar.
Susúrrame amor, aunque sea robado.






miércoles, 12 de febrero de 2014

Retazo Recóndito



Cuando de otro tiempo,
la niñez retorna a nuestros pensamientos.
Al sentir las raíces de dónde se proviene. 
Dónde tal vez se retornará.

 
Todo ello, es a veces la belleza de un quieto paisaje.
Más allá de una imagen que compartir.

Un momento que fue, de vida plena.





martes, 11 de febrero de 2014

Nocturnidad




"En este siglo extraño una mujer
                                                      puede ser presa y sombra de otro."
                                                                                     Louis Aragon

 

Es tan difícil amar como permitir que nos amen; ambos hechos están acompañados del mismo perturbador miedo .Hemos llegado a ser en exceso impenetrables, conocerse resulta muy comprometedor. Sin embargo ambicionamos ese  sentir diferente, esa piel que se sobresalta al tacto de otra, la complicidad de una mirada.
Aquella noche que distaba de ser la primera, buscaba  una aventura engañosa.  Experimentaba en aquellas incursiones nocturnas sensaciones estimulantes, sustituyendo así, los sueños imaginados que no llegan a materializarse jamás.
Él poseía una prestigiosa compañía de cerveza, su vida los viajes de negocios, su preocupación cómo gastar el dinero, su residencia entre Holanda y Florida. Empeñado en mostrarla medio mundo y regalarla un rolex auténtico. Entrado en avanzada cincuentena, en su maletín de ejecutivo un  walkman con música de Miles Davis. Pidiendo a gritos la ternura que acostumbraba a comprar.
Lo conoció un invierno, recordaba su gentileza  ayudándola a ponerse el abrigo al salir del bullicioso café de jazz, rogando que lo acompañara en su última copa; porque la soledad junto con el desvarío alcohólico de ciertas horas le resultaba insoportable. Se expresaba con elocuencia, creyendo que por su edad era el único en tal disyuntiva. Estaba equivocado, pero sin darle demasiada importancia, ella aceptó su propuesta.
Siendo tan tarde como para no saber dónde ir, él  como extranjero en la ciudad no atinaba a desenvolverse, ella incapaz de orientarse por calles o garitos. Decidieron dejarlo en manos del chófer, pero la desfachatez del destino ocasionó que éste tampoco supiera. Sin más, aquel holandés reaccionó, indicando al conductor la dirección de su hotel, resaltando que su único propósito era conversar tomando un último whisky. Provocando la expectación de ella, llegaron al ostentoso alojamiento, charlaron tediosamente y con el paso del tiempo, a la par que muchos tragos, él quiso adquirir su deseo.
Al principio, divertida hizo caso omiso, pero ante su insistencia tuvo que ofenderse, explicándole en su más sutil francés que sus pretensiones estaban fuera de contexto. Con su rotunda falta de éxito,  aquel hombre llegó a quedarse soñoliento. Dispuesta a marcharse, dejó sus florines, una cantidad razonable que a escondidas había depositado en su bolso y el  reloj de oro,  desmesurado para su muñeca. Volviendo en sí, el obstinado personaje anotó su número de teléfono, indicándole también la habitación que ocupaba. Alardeando de su poderío, quiso que prestara atención  a su apellido Heineken.

Al día siguiente, retrasando su vuelo por si ella en una dubitación cambiaba de parecer, debió esperarla en el vacío de su alma, impaciente de que se produjese su llamada. Ella tan sólo conservaría de aquella nocturnidad unas reseñas escritas en una agenda  repleta. Aún hoy profesa esas fantasías, perderse en la madrugada arañando  emociones imposibles.






jueves, 6 de febrero de 2014

Pasos




Caminando por la memoria del pasado , cobra un gran sentido el presente, porque nos indica todos los buenos momentos que hemos podido disfrutar, participando junto a otros.

Mostrándonos los deseados pasos que quedan aún por recorrer, infundiéndonos impulso para continuar viviendo y experimentando .

No olvidemos jamás,  compartir y saborear la vida, es nuestro  destino, debe ser nuestra meta.

martes, 4 de febrero de 2014

Un Atardecer Marítimo




Decidió observar, sentada en la arena.
En una cierta parte de esa gran playa del Sur dónde se encontraba, dejando atrás un paisaje de campo, dónde incluso a veces pastaba ganado, quien lo diría en este siglo que aturde con tanta modernidad, visualizaba un  meandro .
Si, ciertamente una sinuosidad de un arroyuelo que se abría paso, un río que como muchos otros van a dar a la mar.
Con el transcurrir del reloj ,  al atardecer, las aguas de él se mezclaban con las aguas de ella, llegando a confluir en un mismo punto.
Pudiéndose contemplar nítidamente esa desembocadura de ambas crecidas, en ese preciso momento , en ese único lugar, se fusionaban, formaban un sólo caudal, una simbiosis perfecta.
 
Mientras continuaba, sentada en la arena.
Algunos niños se bañaban en esa peculiar franja marítima, con muy poco oleaje , dejándose arrastrar por las corrientes, su gozo era equiparable al  de aquellos que tumbados al sol los admiraban. Ellos se entusiasmaban, entregados a su deleite.
Se transformaba la configuración del terreno ,  al tiempo que cambiaban las mareas, en el crepúsculo vespertino, manaba el río serpenteándose junto a la orilla del mar.
Su curso quedaba interrumpido formando una isleta en el centro , a continuación  al  término el Atlántico, en su pletórico apogeo.
En la línea aparente que separaba la tierra del cielo, se divisaban veleros blancos sutiles al viento, de una belleza extraordinaria, de un lujo inalcanzable para la mayoría.

Permaneciendo aún, sentada en la arena.
Después de unas horas, cuando más se reflejaban los rayos solares en la superficie del agua y el calor era menos sofocante, todo se unificaba.
Su mirada perdía a los chiquillos que jugaban, desaparecía la pequeña porción de arena que había quedado en medio , tampoco distinguía ya el riachuelo.
De pronto, de nuevo, el majestuoso marítimo. Solamente él.

Aquella tarde, sentada en la arena.
Pensó en la conexión de esas vertientes por separadas, luego conjuntamente, como en el fluir dinámico de la vida.
De las existencias de tantas  personas, que corren vertiginosamente, confluyendo con las de otras , en ocasiones con o sin rumbo, dependiendo de las circunstancias, sin saber mayormente dónde irán a desembocar.
Confió que la propia naturaleza y el curso lógico de la misma , en su generosa sabiduría, más allá de las intenciones dudosas o equivocadas  del ser humano, supiera guiarles o conducirles por acertados senderos.

Como esos buenos ríos que siempre van a dar a la mar.

sábado, 1 de febrero de 2014

Distancia

                                                         

  Aquellos que en la distancia,
  en su memoria,
  sienten las nostalgias.
  Con la melancolía,
  que sólo la soledad depara,
  recordando las ausencias.



  

Alzar el Vuelo





La meditada idea de empezar de nuevo en nuestras vidas, siempre es excitante, un sentimiento de inquietud nos alienta, tal vez algún temor, pero sobre todo una ilusión desmedida, que nos hace dejar la teoría para pasar a la práctica, a la acción.

Aquel día de mediados de Enero, hace ya algunos años, Adriana dejando atrás una vida rutinaria, incluso aburrida en su mayor medida, después de un año de reflexión, cavilaciones, e intentos fallidos. Alzó el vuelo.
Decidió lanzarse a la sorprendente aventura de querer ver el mundo con sus propios ojos, dejando a la espalda lo conocido, lo establecido hasta el momento.

Con todas su fuerza sentía que podría hacer algo por ella misma, que debía intentar andar su camino, aún a su pesar sin saber muy bien cual sería este.
Era la primera vez que viajaba en barco y aquella larga travesía le inspiraba un buen comienzo, pues la contemplación del grandioso océano, la luminosidad de aquel azul soñado, le reconfortarían la mirada, expandiéndose su alma.

Finalmente lo había hecho, alejándose de dudas razonables, de rabia contenida, de empeños singulares. No sabía si estaba preparada, pero quien es poseedor de dicha certeza ante el gran desconcierto que supone comprender el mundo y sus reglas.

Al cabo de dos días se avistaba tierra, el perfil de aquella isla se mostraba imponente, sinuoso, se divisaban los núcleos de casas dispersos , el color oscuro del terreno delatando su origen volcánico, había llegado a  Las Afortunadas.