viernes, 28 de marzo de 2014

Impetuosa Sabina




Sabina, mujer madura. Era exuberante en sus formas, elegante en sus maneras , apasionada en sus artes de amar. En cada vida nueva que comenzaba dentro del transcurso de su propia vida, adoptaba una determinada costumbre, que la hiciese rememorar el antes y el después.
En aquella ocasión, habiéndose filtrado brisa fresca por sus ventanas ,  decidió cortarse  su larga melena morena. Renovando así, su imagen para renacer en reemplazados brazos amatorios.
A él  ,joven muchacho, lo había conocido de forma fortuita, en una tarde lluviosa de traviesa primavera, cuando acudía a un evento social, en el centro de la ciudad.
A la vivaz impetuosidad de ella, se unía el sosiego armonioso de él. Eran como la distancia que separa el día de la noche, como la atracción imantada de dos polos opuestos que se atraen, como el redicho manido de un sin ton ni son. De mundos contrapuestos, muy lejanos, extraviados cada uno de ellos en el suyo propio, sin encontrarse a sí mismos.
Sin embargo uniéndose , entrelazándose, formaban  una espectacular fusión, esto pensaban la mayoría de sus amigos,  no sin ciertos atisbos de celo, tan distintos y tan compenetrados al unísono. Así eran ellos vehementes,  arrebatadores, ardorosos, hasta la sinrazón.
Astros efímeros en la fogosidad del universo de sus encuentros, volcanes en erupción retozando en el lecho, dos cuerpos indivisibles  enmarañándose entre las sábanas de la noche.
El resto en nuestra inquietante contemplación, ellos observando con indiferencia,  oídos sordos a los dimes y diretes. Paseando con altivez ,sus miradas cómplices delatadoras, entregados a la locura de sus sentimientos, perdiendo al completo el sentido. El sentir de los sentidos .
Deseándose , se deseaban dichosa e irracionalmente  , tal vez no habían elegido amarse , tal vez no podían renunciar a ello.Tal vez y solo tal vez su mezcla explosiva aún no siendo prohibida , fuese peligrosamente envidiable.

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