Rozabas mi espalda, tibios tus dedos en una madrugada sin tiempo, mi mente se evadía entre una pasión inventada y un sentir placentero.
Ahora son memoria
en una piel trémula, besos robados de gozo desgarrado entre gemidos desnudos, sólo me frenaba tu boca y palpé
un amor superfluo sin querer darme cuenta de la quimera que me atrapaba.
Mientras en
murmullos eras una razón muda,
aquel razonamiento se diluía entre las
aguas de mi caudal rebosante, dispuesto a no detenerse.
Espejismo de
arena enredando mis poros abiertos entre las dunas de tu cuerpo, iban excitándome en el silencio de una inesperada
habitación.
Torrente de
sangre galopando con fuerza por mis
arterias, con cada embestida de tu sexo se
sucedían las horas, temerosa del acontecer en un amanecer real, tan certero.
Alimentada por
aquellas sensaciones , saboreando su sentido perecedero con una intensidad que llenaba
todos los instantes, aunque fuesen yermos.
En otras
noches despobladas busco tu aliento entre las sábanas grises de ausencias,
perdida entre dardos de carne hiriente,
inhabitada dentro de un ser sin dueño.
No queda
retorno, no sé si regresarás, no hasta
que tu conciencia vague por mis curvas imaginadas.
Y en mi
espera doliente descansa la lejanía de nuestro presente , trazado en el
lienzo de letargos etéreos.
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