lunes, 8 de diciembre de 2014

Poros de mi Piel




Poros de mi piel que gimen,
capa marmórea de mi alma
habitando en un destino prisionero,
dónde la duda se quiebra
en lamentos desnudos.
Tu ausencia enloquece mi razón,
tortura que me agoniza
hiriendo mis sienes.
Senderos exhaustos en la tierra,
vuelos perdidos de los sueños.
Jirones son mi pensamiento
en bofetadas sin esperanza.
Acaso vendrás a mí….
En la montaña inexorable
de los tiempos.




jueves, 4 de diciembre de 2014

Tardas en Volver




















Tardas en volver….
Mientras el tiempo mitiga
la inquietud de mi cuerpo,
el goce de mi deseo.
Estoy en paredes 
que me aprisionan.
Tardas en volver…
Mientras se marchitan
mis pétalos,
se ruborizan mis quejas,
en días lluviosos incautos.
Es acaso mi imprudencia
lo que temes.
Es el desafío que te limita.
Tardas en volver…
Sin saber lo que me brindas
sin yo saber  lo que anhelo.
Esta tardanza  implacable.
Me pierde…..




Un Instante




 
El viento marino se enredaba en mi pelo, el aroma del presente invadía las estancias de mi alma, en ese justo momento, aquella brisa fresca cobraba el mayor sentido de una realidad, que a veces ignoramos por temor.

Cegando mi mirada, viajaba hacia aquellos aromas de deleite, en un tiempo ambiguo, que no quiere detener su marcha.

Siendo las cuitas ahora dichas, siendo el  tedio ahora júbilo...

Ventanas abiertas de par en par para observar las tierras fértiles, las mareas en su esplendor, tantos paisajes de una memoria olvidaba, que retoman el pulso a la existencia. 
Emociones que subliman, sin pretenderlo, ese inflexible cronómetro en la precisión de los instantes.

Y a veces un sentimiento ... es tan sólo eso... un instante arrebatado a la vida.





jueves, 27 de noviembre de 2014

El Recuerdo de una Nana




Desde el patio llegaba la fragancia de los naranjos, tardes de calurosa primavera.
La antigua cuna  meciéndose con el recuerdo de la musicalidad de una nana, en aquellos años de mi infancia, a pesar de mi niñez. 
Mi abuela solía adormecerse a la hora de la siesta con sosiego, sentada en el banco de piedra, a la sombra de los árboles  de nuestra casa solariega; pero antes como ritual meditado, balanceaba  a mi hermano pequeño en su cuna, lo mecía con pausa, como sólo ella sabía hacerlo.
Su dulzura era exquisita, sus delicadas manos, su voz arrebatada a la quietud de la tarde, aquella  nana…… aún en mi memoria. 
Era yo más mayor , acurrucada en su regazo contemplaba la tierna mirada de mi abuela y el dormir plácido de mi hermano.
Todo lo demás  me sobraba, mi universo feliz eran aquellas horas vespertinas somnolientas, en las que la llegada del descanso era mi más preciado instante del día.
De entre esas nostalgias en mi mente, rememoro tantas veces aún hoy, la figura de aquella mujer; maniatada por los tiempos, golpeada por el duro trabajo, sometida a las circunstancias adversas.
La entereza de una persona hecha  así misma, avanzada en las vivencias del devenir.
Años de racionamiento, de pobreza ,de posguerra,  que marcaron la existencia de tantas personas que como ella supieron sobrevivir a lo pasado.
Su legado fue  inconmensurable, un amor sin condiciones.
La sabiduría trazada en sus gestos, aquellas mágicas canciones que para los sueños de mi hermano y los míos propios, fueron un tesoro incalculable en aras del bienestar.
Me cuentan… que poseo parecido físico y de carácter con ella, es sin duda un orgullo.
Conservo sus fotos sobre mi mesilla de noche,  en sus brazos protegida; en algunas ocasiones cuando en vigilia pienso en ella, me parece escuchar en los silencios de la madrugada, el susurro de sus bellas palabras.
Anidan en mi corazón reconfortando ahora mi madurez, mitigando su ausencia.
Parte de lo que ella me entregó tan generosamente , contribuye a enriquecer la personalidad de mi ser.
De lo que fui, una nieta afortunada, de lo que soy, una mujer adulta consciente de saber que lo  importante en la vida se nutre de la sencillez de lo cotidiano; de momentos grabados en los recovecos del alma, dónde una se siente amada en plenitud.










Tiempo de Ausencia







 








Vagan las horas en telarañas
de mi memoria innata.
Diminutas mis manos asidas
a una imperfecta distancia.
Desde mi nuca
recorriendo mi espalda
vibran mis gemidos heridos,
van estremeciendo mis entrañas.
Hasta que mi cuerpo tiembla
en deseos malditos.
Te deslizas por mi ondulado vientre
se dilatan mis pupilas,
serpenteas por mis venas.
En la soledad de mi destino
con la esclavitud de tus garras.
Entre los pliegues oníricos
de preguntas sin respuestas.
Voy recordando los embistes
eternos de tu sexo.
Tan certero, desnudaste mi ser……
Y despierto de un insomnio frío,
buscando entre sábanas rotas
ese tiempo de tu ausencia.