Cabalgando
sobre tus muslos
se deslizaba
mi húmedo cuerpo.
Mis
gemidos rasgaban el silencio.
La
voluntad de mi piel confundida,
desatada
en una nada etérea.
Tu
roce demente me quemaba.
Locura
de un fuego ardiente
abrasando
mis ocultas profundidades,
en éxtasis,prisionera
en tu desvarío.
Trotaba
en ti sin mesura tangible
poseída
por tu salvaje deseo,
perdiendo
mi conciencia inexacta.
Como
furia volcánica.
Me penetrabas.
Devastando
todas mis razones,
ahogada
en tu boca,
anegada
en tus fluidos.
Rendida
sin tregua posible
a la
batalla imposible de tu sexo.
Tan
recóndito , en el ánfora de mi pasión.
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