miércoles, 21 de mayo de 2014

La Partida Decisiva



Era un sábado de primerizo invierno al anochecer, fina lluvia repiqueteando en los tejados ,Morgan salía de su casa con gabardina  gris y sombrero negro, con talante afligido , ademán cabizbajo. Caminaba enérgicamente sin detenerse en ningún momento, en ningún lugar.
Como era habitual cada fin de semana al filo de la medianoche descendía la avenida Trastamara, veloz como ráfaga furiosa de viento, vertiginoso como pretendiendo que nadie pudiera alcanzarlo. Sin querer ser visto.
Se dirigía al Bourbon , a simple vista un modesto bar de copas, que pasaba desapercibido ,clientela de lo más corriente, sin embargo  su sótano  se transformaba en un ambientado local , en el que se organizaban buenas partidas de póquer. Las apuestas eran elevadas, los clientes distinguidos ,muchos de ellos con cierto reconocimiento en el mundillo del juego, en el deambular de la noche.
Morgan tenía el presentimiento que aquella velada sería única , debía serlo pensaba en buenas manos de cartas ,en su mente calculaba meticulosamente como lograr dar un giro a su maltrecha economía. Soportaba desde hacia varios meses una mala racha, las deudas  le asfixiaban, incluso había recibido la visita inesperada e incómoda , de los acreedores que nunca olvidan , nunca  perdonan, siempre acechan.
Entró decidido en el garito, inclinando la cabeza ligeramente en forma de saludo hacia el dueño y  a los contados presentes  , se encaminó escaleras abajo, detrás del almacén adivinó la puerta ,apenas había luz, con sus nudillos emitió los cuatro golpes seguidos, pausados, después dos más rápidos, una forma singular de contraseña.
Al minuto ya estaba dentro, humo de cigarrillos ,alboroto al final de la barra, en el pequeño centro de la sala se encontraba la mesa redonda, sentados a ella cuatro personas. Dos sillas vacías aún , intuyendo que una era la suya,  pensando para quien sería la restante , una partida de cartas de seis jugadores, no le pareció mal.
Ocupó su sitio, solicitó al impecable camarero un whisky solo con mucho hielo, empezó a entablar una conversación trivial con sus adversarios. Era un jugador profesional, en realidad   no recordaba ningún otro oficio de los llamados respetables, que hubiese ejercido con anterioridad.
Sin embargo, eran  otros tiempos cuando sus escaleras de color asombraban a todos, cuando deslumbraba  con sus jugadas estelares, o con sus magistrales póquer o con  sus sonados full.Con los años había decaído su maestría, la capacidad de sus apuestas, por consiguiente las cantidades escandalosas de sus ganancias, se habían esfumado, inexorablemente.
Asumía las reglas del juego, unas veces en la bonanza, otras en la precariedad, perdiendo casi siempre más de lo que se posee, ambicionando más de lo que se puede. Morgan entendía a la perfección aquellos altibajos caprichosos de la diosa fortuna con sus rotundas consecuencias .
De pronto, por fin hacía su entrada el último jugador, una mujer. Una mujer en una partida  de cartas, se preguntó automáticamente , mientras  sus ojos no la podían perder de vista . Impresionante belleza,  esbelta , sofisticada, endiabladamente  hermosa, todos se quedaron ensimismados contemplándola, levantándose cortésmente ,esbozando  amplias sonrisas.
Sin lugar a dudas aquella noche prometía, aquella partida  sería decisiva en la jugada de su vida, ella se acercó con elegancia seductora hacia él, saludándolo efusivamente, expresaba su alegría de volverlo a encontrar, parecía conocerlo.
Sin embargo para  Morgan era una perfecta desconocida, se afanó en hacer memoria, un  esfuerzo descomedido en tal tesitura, la observaba, no estaba seguro , la volvía a mirar, no la reconocía en absoluto.
Ya las cartas estaban sobre la mesa , ya la partida  comenzaba.

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